“Con el fin de que el informe final de este estudio no permanezca como letra muerta, o únicamente como materia de consumo mediático, Hemos decidido su amplia publicación, indicando al gobierno y al parlamento, así como a todas las instituciones concernidas y fuerzas vivas de la Nación, llevar a cabo el estudio de las recomendaciones constructivas que va a contener, obrando por su puesta en marcha”.
Un párrafo de contenido del discurso del Rey de Marruecos, Mohammed VI que descubre el estatuto de figurantes del gobierno, de los ministros, de los partidos cuyo papel se reduce al de meros agentes cuya función es aplaudir a la gestión del monarca. Un párrafo que demuestra que el programa del gobierno, la campaña electoral y la competición por los escaños en el Parlamento son sólo un acto de la gran pieza teatral que es la escena política marroquí, ya que, al fin y al cabo, el que pincha y corta es el rey.
Alternó varias veces en su discurso entre la primera persona del singular y plural (yo, nosotros). Esto demuestra que el régimen sigue siendo una autocracia que no es responsable ante ninguna institución en el país, no tiene que rendir cuentas a nadie y hace que todas las instituciones del país estén a la merced de las directivas y orientaciones del rey.
Al igual que en los discursos anteriores, el rey volvió a hablar de la “integridad territorial”, pero no especificó si Ceuta y Melilla entran en esa ecuación o no. Los nombres de estas dos ciudades se ha suprimido del texto de los discursos del Rey y del Primer Ministro ante el Parlamento y de la diplomacia marroquí, ya sea la en las Naciones Unidas o en otros lugares. Al contrario. En lugar de seguir reivindicando estas dos ciudades, Marruecos comenzó a delimitar la frontera con Melilla, con la construcción de un muro para impedir el acceso de los inmigrantes subsaharianos a la ciudad española. Una iniciativa que ha sido considerada por la prensa española como un regalo ofrecido por el rey Mohammed VI al Rey de España, Felipe VI con motivo de su visita a Marruecos. Esto demuestra una vez más que la cuestión de la “integridad territorial” no es más que un eslogan para silenciar las voces disidentes y para continuar con el sistema de corrupción y clientelismo en vigor.
Al preguntarse sobre el destino de los recursos marroquíes, el rey de Marruecos se burla de su pueblo. El presupuesto diario de la monarquía sobrepasa los 7 millones de dirhams (700 millones de céntimos), es decir, más de 4.800 DH por segundo.
Según el sitio web Yennayri