Los 136 niños saharauis que se han beneficiado este verano del programa Vacaciones en Paz volvieron ayer a su país de origen Las familias de acogida los despidieron en El Arenal
El albero de El Arenal fue regado ayer tarde por lágrimas cargadas de tristeza y recuerdos. Los protagonistas de las mismas fueron, en su mayoría, los miembros de las familias cordobesas que han acogido durante los meses de julio y agosto a 136 niños saharauis de entre 8 y 12 años.
El proyecto de acogida, organizado por la Asociación Cordobesa de Amistad con los Niños Saharauis, ha celebrado este año su vigésima edición. Su presidente, Arturo Falcón Rodway, hizo un balance positivo de la presente actividad. “El programa Vacaciones en Paz ha traído este año a Córdoba 136 niños saharauis, que han sido repartidos entre 30 municipios de la provincia. Esta es la vigésima edición del proyecto, desde que empezara en 1994 y, se podría decir que cada vez va a más, ya que este año hemos conseguido traer a 10 menores más que en la pasada edición”.
Asimismo, Falcón agradeció la colaboración del Servicio Andaluz de Salud, así como la prestada por la Fundación La Arruzafa, que hace revisiones oftalmológicas a todos los niños y, en el caso de que sufran alguna enfermedad, los opera gratuitamente. Este es el caso de una de las niñas beneficiadas por el programa que se quedara en nuestro país unos meses más. “Tras la revisión oftalmológica a la que fue sometida, se le detectó un tumor en uno de los ojos y, en septiembre, será operada del mismo”. Otros dos menores llegaron, también, con problemas de salud pero “sus familias de origen no han querido que reciban tratamiento en nuestro país y que se queden una temporada más para que se traten sus dolencias, por lo tanto, serán trasladados con ellas”.
Falcón también quiso destacar que el Ayuntamiento de la capital cordobesa, la Diputación y la Fundación Cajasur “han subvencionado el avión que llevará a estos niños desde Málaga a Tinduf -ciudad Saharaui de donde proceden- y que tiene un coste de unos 70.000 euros”.
Cada grupo de acogida tiene su propia historia que contar, pero todos comparten un denominador común, “la enorme satisfacción de haber vivido una experiencia inolvidable y las ganas de que llegue la edición del próximo año”, declaró a el Día la familia Bernete Ferrera, primeriza en este proyecto. “Hemos tenido a nuestro cargo a Salek, un niño de 10 años que nos ha hecho vivir una experiencia muy positiva. Acogimos al niño de casualidad. No estaba preparado. No entraba en nuestros planes, y unos días antes de su llegada, nos enteramos de la iniciativa y nos apuntamos. La experiencia ha sido tan enriquecedora que pensamos repetir el año que viene”.
Un caso especial es el de los Polo Ruiz. Llevan cinco años participando en las acogidas estivales y, cuatro de ellos han cuidado de Salma, una niña saharaui de 12 años que padece Síndrome de Down. “Desde que llegó con 8 años, cuidamos de ella. Esta es la última vez que se beneficiará del programa, pero seguiremos manteniendo el contacto con ella, como hemos hecho hasta ahora. Tenemos pensado, si la situación lo permite, viajar hasta su tierra para visitarla y, mientras tanto, mantendremos la relación con su familia y le seguiremos enviando paquetes con alimentos y demás enseres. No obstante, seguiremos participando”.
Ayer, tras dos meses en tierras cordobesas, los 136 menores saharauis partieron hacia su país. Algunos, los que tienen 12 años, ya no volverán a beneficiarse de esta iniciativa pero tendrán muy presente la generosidad y el cariño que le han brindado las familias de acogida. Los que sí pueden volver, ansiarán la llegada del verano, para poder disfrutar de una nueva experiencia inolvidable.
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