El gobierno del rey Hassan II durante el periodo comprendido entre 1956 y 1999, conocido como los “años de plomo”, se caracterizó por la represión de la disidencia política, la desaparición forzada de cientos de personas, la detención arbitraria de miles más y el uso sistemático de la tortura y otros malos tratos.
Aunque la situación de los derechos humanos ha mejorado considerablemente desde la subida al trono del rey Mohamed VI, Amnistía Internacional continúa recibiendo información sobre tortura y otros malos tratos infligidos por la policía o la gendarmería durante los interrogatorios en prisión preventiva y, aunque en menor medida, en cárceles y durante la reclusión en régimen de incomunicación en centros secretos de detención.
La tortura y otros malos tratos están expresamente prohibidos y tipificados como delito en la legislación marroquí desde hace ya varios años, pero en la práctica todavía persisten. Jueces y fiscales raras veces investigan las denuncias de tortura y otros malos tratos, por lo que sólo en muy pocos casos se hace rendir cuentas a los responsables. El clima de impunidad resultante contrarresta los efectos disuasorios que pueda tener la legislación marroquí contra la tortura.
Las deficiencias del sistema de justicia, como laausencia de abogados en los interrogatorios policiales, continúan creando unas condiciones que facilitan la tortura y otros malos tratos. Todavía se dictan sentencias condenatorias en virtud fundamentalmente de “confesiones” empañadas por tortura y a costa de las pruebas materiales y las declaraciones de los testigos. Los actuales planes de revisión del sistema de justicia de Marruecos brindan una oportunidad sin precedente de cambio.
Ali Aarrass, extraditado pese a las advertencias y torturado
“La experiencia de la injusticia y la privación de libertad causan daños físicos y psicológicos enormes. Pero lo que moralmente resulta más devastador es sentirse abandonado, olvidado: ver que familiares y amigos abandonan la lucha cuando uno se encuentra impotente entre rejas. Doy gracias a Dios porque ese no es mi caso. Pero yo les insto a pensar en todas las personas que están en esa situación, las víctimas de detención arbitraria que han sido abandonadas por todos”, Ali Aarrass.
El 24 de noviembre de 2011, Ali Aarrass fue declarado culpable de pertenecer y prestar ayudar a una banda criminal y a un grupo que pretendía cometer actos de terrorismo. Según la información recibida, la “confesión” que hizo bajo tortura y de la que se retractó ante el tribunal fue la única prueba presentada en el juicio.
Ali Aarrass denunció haber sido torturado mientras permaneció recluido en régimen de incomunicación durante 12 días en un centro secreto de detención gestionado por uno de los órganos de inteligencia de Marruecos: la Dirección General para la Vigilancia del Territorio (Direction générale de la surveillance du territoire, DST).
Describió cómo lo habían golpeado en las plantas de los pies, le habían aplicado descargas eléctricas en los testículos, lo habían colgado de las muñecas durante largos periodos y le habían quemado con cigarrillos.
Amnistía Internacional pide a las autoridades marroquíes que cumplan lo dispuesto en la deliberación del Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria del 28 de agosto de 2013, donde se declara arbitraria la detención de Ali Aarrass y se pide que sea puesto en libertad de inmediato y que se le ofrezca la debida reparación.
Protestas en el Sáhara Occidental
En mayo de 2013 se celebraron manifestaciones en favor de la autodeterminación en todo el Sáhara Occidental, territorio que Marruecos se anexionó en 1975. El Houcine Bah, de 17 años, fue detenido, junto con otros cinco saharauis, tras una manifestación celebrada el 4 de mayo de 2013 en El Aaiún, principal ciudad del Sáhara Occidental, por arrojar piedras y agredir, presuntamente, a la policía. El insistió en que la manifestación había sido pacífica, y otros detenidos dijeron que no habían estado en ella, e incluso que no se encontraban en la ciudad cuando tuvo lugar.
El Houcine Bah ha contado a Amnistía Internacional que fue torturado bajo custodia policial. Afirma que amenazaron con violarlo y lo obligaron a firmar una “confesión” sin dejarle leerla. Explica que los agentes de policía le pusieron una esponja empapada en orines en la cara, le quitaron los pantalones, lo golpearon y lo interrogaron colgado de las rodillas y con la muñecas atadas por encima de las piernas.
El Houcine Bah y los otros cinco detenidos quedaron en libertad bajo fianza el 23 de octubre de 2013, durante su primera vista judicial, tras haber pasado cinco meses en prisión preventiva. Se habían declarado en huelga de hambre como protesta por el reiterado aplazamiento de su comparecencia judicial.
Las familias de los seis detenidos presentaron también denuncias por detención sin orden judicial y tortura durante el interrogatorio ante el fiscal de la Corona. No se ha iniciado aún ninguna investigación.
Métodos de tortura
Las técnicas de tortura y otras formas de maltrato que se indican a continuación son las que más ha documentado Amnistía Internacional a lo largo del tiempo, y se siguen recibiendo denuncias que sugieren que todavía se utilizan algunas de ellas en Marruecos y Sáhara Occidental, a menudo combinadas y teniendo el detenido las manos y los tobillos atados y los ojos vendados:
– golpear a la víctima, sobre todo en la cabeza, los genitales, las plantas de los pies y otras partes especialmente sensibles del cuerpo, a menudo estando desnuda;
– colgarla de las muñecas u otras partes del cuerpo y golpearla;
– meterle la cabeza en el inodoro o amordazarla con tejidos empapados de orina;
– tenerla mucho tiempo recluirla en régimen de aislamiento, lo que en algunas circunstancias puede constituir trato cruel, inhumano o degradante;
– violarla con una botella, amenazar con violarla y someterla a otras formas de violencia sexual, documentadas por Amnistía Internacional en varios casos.
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