El hombre era alto, llevaba una gabardina marrón y daba la impresión de ser originario de los Balcanes. Entró con paso firme, el 28 de enero, en la cafetería Vips de la madrileña Puerta de Alcalá, casi vacía a esa hora de la noche. Se plantó brevemente ante un televisor encendido. Después dio media vuelta y salió del establecimiento. Nos miró de reojo. Su comportamiento me pareció extraño, pero no le atribuí importancia.
Tres semanas después supe cuál había sido su cometido en el Vips: fotografiarme a mí y a mi acompañante, el periodista marroquí Houssine el Majdoubi, mientras comíamos un pincho. Lo supe no porque lo haya investigado sino porque el diario digital marroquí Le 360 publicó nuestras fotos en su web junto con un artículo sobre la “conspiración” que tramábamos con un familiar del rey.
Algunos medios de comunicación independientes marroquíes aseguran que Le 360 es, a través de personas interpuestas, propiedad de Mounir Majidi, secretario particular del rey Mohamed VI de Marruecos y administrador de la fortuna real.
Le 360 no explica cómo obtuvo esas instantáneas, pero es fácil imaginarse que se las proporcionó alguno de los servicios secretos marroquíes. Para llegar al Vips sus agentes tuvieron que hacer un seguimiento por las calles madrileñas de al menos uno de los dos periodistas que allí se habían dado cita. La toma de esas fotos es una prueba más de que los espías marroquíes campan a sus anchas en España y no solo cuando se trata de perseguir a terroristas.
La publicación de esas fotos auténticas, junto con un fotomontaje que encabeza el artículo, es además reveladora de la obsesión de Mohamed VI con su primo hermano Moulay Hicham, y de las relaciones que éste mantiene con periodistas, académicos etcétera. Apodado el príncipe rojo, el primo es conocido por sus críticas al autoritarismo del régimen marroquí.
En esos últimos días de enero Moulay Hicham, también algo obcecado con su primo Mohamed VI, estuvo en Madrid para presentar la edición española de su autobiografía Diario de un príncipe desterrado editada Planeta. A él también le siguieron, le hicieron fotos a hurtadillas en la Plaza Mayor etcétera.
Con marroquíes carentes de sangre azul, los agentes de Rabat tienen menos miramientos. “En suelo español [en el puerto de Algeciras, el 1 de noviembre de 2010] hombres marroquíes de paisano me dieron el alto, emplearon la violencia y me arrastraron a la fuerza hasta la bodega del ferry que regresaba a Marruecos”, escribió el cocinero franco-marroquí Mostafa el Naim al presidente François Hollande en 2013, tras pasar dos años detrás de los barrotes en Marruecos.
¿No conoce fronteras la policía secreta marroquí?, se preguntó en un titular el diario digital francés Slate Afrique. Aludía a la Dirección General de Supervisión del Territorio (DGST), la policía de paisano encargada de la lucha antiterrorista. Con el respaldo de los abogados de la Asociación de Cristianos por la Abolición de la Tortura, El Naim puso el año pasado, en París, una denuncia por torturas contra Abdelatif Hamouchi, director de la DGST, que un magistrado instructor francés está investigando. Esa denuncia y otras dos fueron, hace un año, las causantes de la crisis entre Rabat y París.
Abdelilah Issou, un ex teniente del Ejército marroquí exiliado en España, también asegura en su libro Memorias de un soldado marroquí, publicado en París el año pasado, que el 12 de agosto de 2010 varios compatriotas suyos intentaron secuestrarle en la puerta de su casa, en Madrid, cuando regresaba de hacer deporte. A diferencia de lo sucedido en Algeciras fracasaron.
Ignacio Cembrero
Fuente: Orilla Sur
Tags : Marruecos, España, servicios secretos, espionnage, DGED, DGEST, Abdelilah Issou, Moulay Hicham,
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