Por el amor de un militante del Grupo de Gdeim Izik

Para los habitantes del Sáhara Occidental, Claude Mangin se ha convertido en una heroína. Durante diez años, luchó por los derechos de su esposo, Naâma Asfari, condenado a treinta años de prisión en Marruecos. Su determinación le valió el reconocimiento de un pueblo que ha estado luchando durante décadas por su independencia.

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En Marruecos, Claude ya está acostumbrada a un ritual bien automatizado para poder a su marido. Al amanecer, Claude Mangin, de 56 años, siempre repite los mismos gestos. Elige concienzudamente el par de pendientes que irán con su atuendo. Luego, camina hacia las grandes paredes grises, en el corazón de Salé, cerca de Rabat, la capital administrativa de Marruecos. Y se coloca en la cola de mujeres que esperan frente a la puerta de la prisión. Esta es su enésima visita a Marruecos desde el arresto en 2010 de su esposo. “¡Hago turismo de prisión!, dice ella con una ligera sonrisa en los labios.

Esposa de un prisionero político, esta dama francesa está en el corazón de una de las últimas guerras de descolonización que lleva desde 1975. Antigua colonia española, el Sahara Occidental fue escenario de una guerra entre Marruecos y el Frente Polisario, que terminó con un alto el fuego en 1991 y la promesa de un referéndum sobre la autodeterminación del pueblo saharaui, que aún no ha tenido lugar. Pero el reino alauita sigue obsesionado por apoderarse de este territorio y sus numerosas riquezas naturales, a lo cual los habitantes autóctonos se oponen mediante la resistencia pacífica.

El 10 de octubre de 2010, 20.000 saharauis se reunieron en Gdeim Izik, a 16 km de El-Aaiún, la capital del Sahara Occidental, en un campamento de “khaïmas”, tiendas tradicionales que los saharauis montan cuando van de vacaciones al desierto. Protestan contra la discriminación que sufren y reafirman el derecho de los saharauis a la autodeterminación. El esposo de Claude Mangin, Naama Asfari fue uno de los líderes que organizaron esta concentración. Pero el 8 de noviembre de 2010, el ejército y la policía marroquíes desmantelaron violentamente el campamento. Aunque fue arrestado un día antes, Naama Asfari fue condenado junto con otros 22 acusados.

En Marruecos hay tres tabúes que el régime llama “líneas rojas” : El rey, el islam y la denominada integridad territorial que implica la anexión ilegal del Sáhara.

En 1975, Hasan II se vio debilitado por tres golpes sucesivos dirigidos por generales de su ejército. Se vió en la necesidad de desviar la atención del ejército, consolidar el régimen reuniendo a los partidos políticos federándolos alrededor del tema del Sahara Occidental bautizado de «causa sagrada ». Su destino incombe únicamente al palacio real y nadie tiene derecho a aventurarse en ese terreno.
A pesar de las apariencias de democratización del régimen, Mohamed VI no moderó su postura sobre la cuestión. Al contrario, hizo que la represión aumente alentado por el apoyo de Francia en el Consejo de Seguridad. La policía marroquí controla todos los movimientos de Claude Mangin y es víctime de constantes actos de intimidación. es seguido constantemente por policías que a veces son intimidantes.

Su historia de amor es “un accidente de trayecto”, como ella la califica sonríendo. Un recital digno de las épopeyas románticas que esta gran lectora le gusta devorar. Durante su estancia en Tindouf, alquiló su apartamento en Ivry-sur-Seine, en la región de París, a un Sahraoui que estaba haciendo magistrado en relaciones internacionales en París. Y, durante un rápido paso en Francia, sucumbió al hechizo de su inquilino. Se casaron en Agadir en 2003. Tiene 15 años menos que ella, pero tienen en común el sabor de la lucha y el rechazo a los compromisos. De esta manera, al policía marroquí que detiene el automóvil en un control de ruta al otro lado de la frontera con el Sáhara y pregunta por lo que les lleva a “Marruecos”, Claude Mangin responde sin parpadear: “No, señor, aquí, estamos en el Sahara Occidental! “

Durante estos años, Claude Mangin ha estado en todos los frentes. Lucha por mejorar las condiciones de detención con las familias de los otros presos saharauis que alquilaron un apartamento en Rabat para estar cerca de sus familiares y cuidarlos. En abril del 2011, los 23 obtuvieron permiso para tener libros, después de una huelga de hambre de 25 días. Ante todo, Claude aporta su testimonio en Francia por los abusos infligidos por los marroquíes. Naama pasó 24 meses en la prisión “Salé 2” cerca de Rabat, reservada para terroristas, donde fueron encerrados los autores de los atentados de Madrid en 2004. Una especie de “Guantánamo” marroquí donde la tortura es una práctica corriente. A claude le repugna a evocar las torturas que los presos sufren a causa de su horror.

A Claude también le impulsada una fe inquebrantable. “Mi fe en Jesucristo está en el corazón de mis compromisos”, dice. Cree en la “comunión de los santos”, convencida de que “todo esfuerzo por hacer el bien acaba teniendo un resultado positivo”. Y para la justicia inmanente: “Un día, tarde o temprano, se hará justicia, no siempre podemos estar en el campo de los perdedores …”. Elle nutre una especial admiración por Madeleine Delbrêl, la mística cercana a la clase obrera. De la trabajadora social al servicio de los más pobres, tiene una sólida determinación. Los periodistas franceses conocen bien su tenacidad. A menudo satura su teléfono, llamando incansablemente para informarles de la causa. En Rabat, Claude Mangin acude a las embajadas en cada visita para obtener la liberación de su esposo. Cuenta a un consejero político de la Embajada de Estados Unidos recién llegado, los diversos arrestos de su esposo y las torturas sufridas. Mientras notaba nota dijo en medio de un suspiro : “Solo los franceses todavía piensan que Marruecos sólo es un país turístico …”.

Tags : Sahara Occidental, Claude Mangin, Naama Asfari, Marruecos, represión, Gdeim Izik,

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