Votoenblanco, 7/11/2005
Hace 30 años España cerró una de las páginas más ignominiosas de su historia al acobardarse ante la Marcha Verde marroquí y entregar el Sahara a Marruecos, traicionando a los saharauis. Aquella cobarde entrega a Marruecos de lo que se consideraba entonces como “un trozo de España” y la consiguiente traición a un pueblo, el saharaui, que estaba bajo nuestra protección, no sólo constituyó una insoportable vergüenza, sino que, además, hizo que Marruecos nos perdiera el respeto para siempre.
Desde entonces, España, además de vivir en la ignominia, tiene con los saharauis una de esas deudas que, cuando no se pagan, los países que la contrajeron no pueden escapar del envilecimiento histórico, ni sus instituciones pueden acumular la dignidad necesaria, ni sus ciudadanos pueden respetarse a sí mismos.
La deuda de España con los saharauis debe saldarse porque España fue cobarde e injusta al dejarlos sólos en manos de Marruecos, un pais que iba a sojuzgarlos, como ha quedado demostrado 30 años después, cuando la policía de Mohamed VI todavía los persigue, tortura y encarcela.
El saharaui era un pueblo que aprendía a hablar español y que, inocentemente, se sentía protegido por un país europeo, España, que, ante el embate marroquí, escapó cobardemente, con el rabo entre las piernas.
Aquella huída española del Sahara no sólo tuvo como consecuencia nuestra indignidad como nación en el plano internacional y en nuestra propia consideración de ciudadanos, sino que, además, hizo que Marruecos, a partir de entonces, nos perdiera el respeto y se convirtiera en la mayor “pesadilla” de la política exterior española.
Cualquier estudioso o historiador sabe que un bereber (y Marruecos es un país bereber) sólo respeta la fuerza de su adversario y desprecia a los débiles, a los que ni siquiera considera dignos de vivir.
El pueblo saharaui, que tenía en España a su principal valedor, está ahora iniciando un nuevo movimiento de resistencia frente a Marruecos y está siendo reprimido sin piedad. Sus representantes piden protección a España, pero sólo escuchan el eco de sus voces ante una España que sigue apostando por la cobardía.
Los saharauis se están quedando sólos ante la actual política exterior española, débil y entreguista frente a sultán marroquí, dispuesto a coservar el Sahara bajo dominio marroquí aunque para ello tenga que exterminar a la resistencia de ese pequeño pueblo del desierto que, a pesar de todo, se empeña en seguir soñando en español.
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