Wikileaks en Marruecos: un culebrón con periodistas extranjeros a sueldo
Desde principios de octubre Chris Coleman, un perfil anónimo, y las autoridades de Marruecos juegan al ratón y el gato en las redes sociales. El primero cuelga, sobre todo en Dropbox, un servicio gratuito de almacenamiento online, documentos y correos confidenciales que anuncia a través de Twitter; los segundos solicitan que se borren esos archivos y hasta han logrado que se cierre la cuenta desde la que tanto les incordian. Él abre otra.
El que se esconde detrás de Chris Coleman no es un profesional al estilo de Julian Assange y el equipo de Wikileaks. Es probablemente un hacker, con simpatías por el independentismo saharaui, a juzgar por algunos de los perfiles a los que sigue en Twitter. Si fuera más ducho y dispusiera de más recursos habría abierto una página web en algún remoto servidor en la que colgaría el material robado.
Si fuera más astuto tampoco mezclaría documentos de sumo interés con otros privados e íntimos y además irrelevantes -como las fotos de la boda y cartas de la vice ministra de Exteriores de Marruecos- creando así cierta confusión. Cuesta un poco separar la paja del trigo.
Los “papeles” revelados por Chris Coleman ponen al descubierto la labor del servicio secreto exterior marroquí, la Dirección General de Estudios y Documentación (DGED), que dirige Yassin Mansouri, para conseguir que think-tanks y periodistas de Estados Unidos y de Francia -hay también un caso en el Reino Unido- defiendan la “marroquinidad” del Sáhara Occidental y, de paso, arremetan contra Argelia y el Frente Polisario.
El hombre clave aparenta ser Ahmed Charai, director del semanario L’Observateur du Maroc, que ordena las transferencias o hace los pagos en efectivo y da cuenta de ello a Mansouri o a su jefe de gabinete. Por llevar grandes cantidades de dinero en metálico y no declararlas fue detenido, en septiembre de 2011, en el aeropuerto de Dulles (Washington). Él ha reconocido que su correo ha sido pirateado desde 2010, pero asegura que los documentos publicados fueron manipulados. No explica en qué ha consistido la alteración.
Charai intercambiaba correos con periodistas franceses que cobran 6.000 euros por artículo o que le pedían un anticipo de 38.000 euros en mano so pretexto de que debían mudarse de casa. A cambio le anunciaban que en sus informaciones dejarían, por ejemplo, caer que los terroristas de Al Qaeda que habían secuestrado a dos franceses en Malí venían de los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf o que el Movimiento Autonómico de Cabilia, en Argelia, va ganando peso.
En sus correos no se menciona a ningún periodista ni think-tank español aunque, a través de la empresa pública Office Chérifien des Phosphates (OCP), Rabat financia programas en al menos dos de ellos. La trama tiene, no obstante, una vertiente española porque fue Charai quién publicó en su semanario, en septiembre de 2008, el bulo que atribuía al expresidente José María Aznar la paternidad de la hija de Rachid Dati. La Audiencia Provincial le condenó en 2011 a indemnizar a Aznar con 90.000 euros que le abonó.
Solo la prensa argelina y algunas publicaciones online afines al Polisario, como el blog del catedrático Carlos Ruíz Miguel, se han hecho eco de estas revelaciones. La prensa convencional marroquí las ha ignorado. Un puñado de diarios digitales sí las ha recogido, pero para hacer hincapié, generalmente, en documentos económicos o en las recomendaciones del ministro de Asuntos Exteriores, Salahedin Mezzouar, para que su hija obtenga un buen trabajo.
En el Parlamento marroquí no ha habido ninguna pregunta no ya sobre cómo se gasta el espionaje el dinero público en seducir a periodistas -es un tema secreto- sino sobre un informe de la consultora McKinsey, encargado por el palacio real y entregado en septiembre, sobre la estrategia a seguir para desarrollar el país. Chirs Coleman lo puso en Dropbox. Nadie ha expresado tampoco en Rabat preocupación alguna porque correos de su servicio secreto salgan a la luz.
Si la ausencia de debate en Marruecos no sorprende demasiado; la inexistencia de reacciones en Francia llama más la atención. Los periodistas cuyos nombres aparecen en los papeles de Chris Coleman no son unos desconocidos. Tres de ellos son reputados expertos en el Magreb -un cuarto desempeña un cargo clave en la televisión con más audiencia- y las revelaciones de Chris Coleman arrojan una sospecha sobre todo lo que han escrito y contado en tertulias estos últimos años.
Francia es el país europeo en el que la prensa dedica más atención al Magreb, pero de los trapos sucios desvelados por el anónimo de Twitter no se ha publicado, a día de hoy, ni una sola línea. Será que en Francia también perro no come perro.
Source : Orilla Sur, 22 oct 2014
Tags : Maroc, France, Sahara Occidental, chris coleman, hacker, piratage, lobbying,
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