Argelia-España: por qué no hay que “normalizar” con Madrid

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El 21 de mayo, mucho antes de los últimos acontecimientos que han puesto innecesariamente a Argelia en una situación de pulso con la Unión Europea, el Cercle d’action et de réflexion pour l’entreprise (CARE) impugnó la utilización de la ABEF (Asociación de Bancos e Instituciones Financieras) para ordenar a los “bancos primarios que no domicilien las operaciones de importación si no cumplen con tales o cuales nuevas exigencias o restricciones promulgadas por la administración comercial”.

CARE ha recordado, con razón, y en pleno cumplimiento de las leyes de los países, que una medida de este tipo debe hacerse a través de un texto normativo de aplicación (decreto u orden) “y no por la puerta trasera de una carta dirigida inadvertidamente a una asociación bancaria”.

“El uso de vías indirecta (circulares, instrucciones, notas del ABEF, etc.) para disposiciones tan pesadas como las que restringen el acceso a los mercados exteriores de miles de empresas no es el método adecuado: más bien contribuye a crear un ambiente de incertidumbre, en la medida en que lo establecido por esos frágiles instrumentos puede, mañana, ser abandonado de forma igualmente intempestiva.”

La advertencia de CARE se aplica aún más a la última carta de la ABEF dirigida a los directores de las entidades financieras para que “procedan a la congelación de los débitos directos por operaciones de comercio exterior de productos y servicios, desde y hacia España, y ello, a partir del jueves 09 de junio de 2022.”

No hay que ser un gran oficinista para saber que el gobierno español -cuyo comportamiento en la cuestión del Sáhara Occidental es absolutamente inmoral y parece estar dictado por un chantaje directo ejercido por Marruecos sobre Sánchez a través de la información recogida por el programa Pegasus- recibió fácilmente la pértiga para meter a la Unión Europea en el juego. Y lo hizo, no es de extrañar.

Las “medidas” anunciadas por el ABEF plantean claramente un problema en relación con el acuerdo de asociación que vincula a Argelia con la Unión Europea, y no fue necesario esperar a las admoniciones del jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, y del vicepresidente de la Comisión encargado del comercio, Valdis Dombrovskis, para convencerse.

La “aclaración” de la misión argelina ante la Unión Europea -presentada por los medios de comunicación españoles como una “retirada”- tiene el mérito de cerrar el capítulo con la Unión Europea sobre las transacciones actuales y los compromisos contractuales de suministro de gas a España.

La acción diplomática y política debe reanudarse. La Unión Europea, al margen de los compromisos ligados al acuerdo de asociación, no debería interferir en las relaciones de Argelia con el gobierno de Sánchez, cuya posición en la cuestión del Sáhara irrita a todo el espectro político español.

El embajador de Argelia en Madrid debería quedarse “en casa” en Argel

Madrid, a través de su ministro de Asuntos Exteriores, ya evoca una próxima “normalización” de las relaciones con Argel. Esto es lo que no debe ocurrir. No hay ninguna razón para que Argelia se “normalice” con el gobierno de Sánchez y Bruselas no tiene derecho a interferir. Tampoco debe “preocuparle” que Argelia suspenda el tratado de amistad y buena vecindad con España. Madrid no actúa como amigo y buen vecino de Argelia, eso es evidente. Argel no tiene que hacer la vida fácil a un gobierno que ha impulsado el desprecio hasta el punto de omitir informar a sus socios de coalición del giro pro-marroquí en el Sahara Occidental.

El embajador de Argelia en España debería, en nuestra opinión, quedarse “en casa” en Argelia y no volver a Madrid. No era necesario que la ABEF emitiera un comunicado sobre las operaciones de comercio exterior. Los operadores argelinos deben asumir las obligaciones contractuales ya asumidas, pero ni Josep Borrell, ni la UE, ni Madrid, pueden obligarles a asumir nuevos compromisos comerciales con España.

No hace falta un comunicado del ABEF para darlo a conocer, la prensa -que podría haber sido el famoso soft power que no es- puede transmitir el mensaje. Y hay que hacerlo. Se trata, evidentemente, de hacer saber a los españoles -en gran parte escandalizados por el giro de Pedro Sánchez- que la traición a los compromisos morales, políticos y jurídicos de España con los saharauis tendrá un coste. Y que no habrá normalización posible con este gobierno y que las relaciones económicas, al margen de los compromisos ya adquiridos, no se desarrollarán sino que retrocederán.

24HDZ, 11/06/2022

#Argelia #España #SaharaOccidental #Marruecos #UE

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