Khalil Asmar
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Después de la cobarde ejecución del defensor de derechos humanos y preso político saharaui Hasanna El Uali y la petición presentada por su familia para abrir una investigación imparcial sobre las circunstancias que rodearon su asesinato, un estado de pánico se apoderó de las autoridades de ocupación marroquíes.
La reunión organizada por las autoridades de ocupación locales con los llamados representantes electos de Dajla, seguida de otra reunión con las asociaciones “Made in Majzén” no fueron suficientes para calmar la situación. La familia del mártir se apega a su exigencia de una autopsia realizada por una delegación médica certificada y de carácter internacional. Por consiguiente, el caso gira hacia la internacionalización.
Ante este dilema, fuentes cercanas al Majzén indican que el ocupante está buscando una cortina de humo conforme al proverbio marroquí que resume claramente la política del Majzén frente a este tipo de situaciones : “la mezquita cayó, el barbero fue ahorcado “.
En efecto, el Majzén busca un chivo expiatorio para responsabilizarlo de todos los pecados en un estúpido intento de engañar a la familia de la víctima y las opiniones públicas saharaui e internacional, y como de costumbre el tiro de gracia lo recibirá el eslabón más débil. A él se aplicará perfectamente el dicho “cargar con el muerto”.
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