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Mohamed Meslem
La naturaleza del pacto no declarado entre el régimen marroquí del majzen y España empezaron a quedar claros con la masacre de inmigrantes africanos en las murallas de la ciudad ocupada de Melilla, a manos de la policía y la gendarmería marroquíes, ante los ojos de los servicios de seguridad españoles el “viernes negro”, que dejó en un saldo infinito 23 muertos. Cientos de heridos, mientras que otras cifras hablan de 49 muertos en el último balance.
Este “asqueroso” acuerdo requiere que el régimen del majzén marroquí haga de gendarme para enfrentarse a los “desventurados ghalabíes africanos” de los inmigrantes ilegales, que ansían el sueño de cruzar el mar Mediterráneo, hacia la orilla norte, donde las posibilidades de escapar de la pobreza y la miseria son mayores, según creen, a cambio de cambiar la posición del gobierno Pedro Sánchez sobre la cuestión saharaui sirve a las tesis del régimen del majzén marroquí respecto al Sahara Occidental ocupado.
Los rasgos de este “apestoso” trato son evidentes en la forma en que el gobierno español trató la “masacre de Melilla”, que buscó con todo lo que pudo limpiar el patio del régimen del majzén de la abominación de este escándalo sin precedentes en el trato con inmigrantes indefensos e inocentes, lo que no ocurrió ni en Turquía, que albergó a más de seis millones de sirios de diversas nacionalidades, ni en Grecia ni en Italia, e incluso en Hungría, donde la extrema derecha lleva las riendas del poder allí.
La complicidad del gobierno español en la “masacre de Melilla” puede verse en el comunicado emitido por el presidente del gobierno de Madrid, Pedro Sánchez, que comenzó acusando a lo que llamó “la mafia” de ser la autora intelectual de lo sucedido, sin condenar el brutal trato de los servicios de seguridad del régimen del majzen ante los ojos de sus pares los españoles, con miles de indefensos inmigrantes africanos.
Pero la reacción del Gobierno no se hizo esperar, según la vicepresidenta segunda del Gobierno español, la ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, que pidió “el esclarecimiento de los hechos y el respeto a los derechos humanos”.
En un tuit a través de “Twitter”, Díaz dijo: “Muy impactada por las imágenes en la frontera de Melilla, es necesario aclarar lo sucedido. Siempre apostaré por la inmigración, y por una política que respete los derechos humanos. Nadie debe morir así injustamente”.
Por su parte, el político español Pablo Ashnik explicó, a través de Twitter, que “los muertos que cayeron en Melilla, si eran europeos rubios, habrá reuniones de urgencia al más alto nivel, programas de televisión especiales sobre sus vidas y las historias de sus familias, y una ruptura total de relaciones con el Estado cuya actuación policial provocó esta horrible tragedia”.
Después de que se revelara el escándalo y de que su fealdad se hiciera patente y se convirtiera en un asunto de la opinión pública internacional, la Unión Africana se apresuró a exigir la apertura de una “investigación inmediata” sobre esta atroz masacre, mientras la comisaria europea de Asuntos de Interior, Ylva Johansson, calificaba los hechos de “tragedia”, y se declaraba “extremadamente disgustada por la pérdida de vidas humanas”, además de acusar implícitamente a Rabat de utilizar la tarjeta de los inmigrantes ilegales al servicio de agendas políticas.
Ante la creciente presión internacional sobre el régimen marroquí del majzén, que exige la apertura de una investigación inmediata y en profundidad para determinar las responsabilidades, Rabat se apresuró a reunirse con los representantes acreditados del cuerpo diplomático africano, para pedirles que ayuden al majzén a superar el crimen que cometió contra inmigrantes africanos inocentes, lo que ensombrecería su imagen en el oscuro continente. En ese momento, busca volver al frente africano, después de haberlo perdido durante casi tres décadas antes de 2017.
Funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores de Marruecos instaron a los embajadores de varios países africanos a hacer declaraciones en las que elogiaban lo que, según ellos, era la contribución de Rabat al apoyo de los inmigrantes africanos a iniciativa de Mohamed VI, a pesar de las víctimas inocentes que intentaban infiltrarse en Melilla.
Entre los embajadores que trataron de blanquear la cara del tenebroso majzén se encontraban el embajador de Gabón y el encargado de negocios de la Embajada de la Unión de las Comoras, que son países conocidos por sus distinguidas relaciones con el régimen del majzén y se cuentan con los dedos de una mano, mientras que el resto de países del continente marrón, que superan el medio centenar de países, se han quedado atrás, lo que significa que el régimen del majzén de Marruecos se ha quedado más aislado por su horrendo crimen en la masacre de Melilla.
Echouroukonline, 27/06/2022
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