Cafia Alisalem: “En el pasaporte pone apátrida, pero yo siempre seré saharaui”

LLEIDACOM / Amaia Rodrigo Arcay

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La primera vez que vino a Lleida tenía 6 años y flipaba con los ascensores. Poco se pensaba que en unos años, estaría viviendo y trabajando. Es terca y valiente. Y feminista. En buena parte “por culpa” de la Leonor Pedrico, su madre de acogida aquí. En los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf, que la vieron nacer y vivir una infancia libre y feliz, tiene su otra familia, con la que sueña reencontrarse. Administrativamente es apátrida y nada le hace más mal que no pudo documentarse como saharaui. Y es que la CAFI Alisal tiene patria, pero no le reconocen. La paradoja es que trabaja de mediadora en un centro de atención a MENA que vienen de Marruecos. Dice que no es activista, pero es luchadora y consigue lo que se propone. Guarda el primer dictado que hizo en catalán y sonríe orgullosa cuando explica que todo el mundo le decía que no podría estudiar Bachillerato y ha conseguido trabajar en un laboratorio con un grado formativo de biomedicina.

Su historia ocuparía varias entrevistas. Hemos querido conocer un pedazo de lo que ha vivido esta saharaui leridana que está convencida de que el mundo se puede cambiar.

Preséntate. Quién es la CAFI Alisalem?

Soy una saharaui leridana. Soy del Sahara Occidental y nací en el campo de refugiados de Tinduf, en Argelia. Mis padres tuvieron que irse exiliados y van a cabar allí y me tuvieron a mí y todos mis hermanos. Desde los 6 años empecé a venir a Lleida con el proyecto ‘Vacaciones en Paz’ siempre con la misma familia y los 12, cuando terminé la primaria, en los campos de refugiados aún no había secundaria y tuve que marchar a Argelia con una beca. Mi familia de acogida aquí me propuso venir a estudiar aquí y mis padres estuvieron de acuerdo y yo también. Además tenía problemas de salud. Tenía muy mal de ojos por la temperatura. Y además, allí acabas de estudiar pero no puedes trabajar. Al no ser argelinos no nos dejan trabajar y los campos de refugiados hay voluntariado, pero no es trabajo. Después de una gran lucha para conseguir el pasaporte, porque como España no reconoce el Sahara, es como si no tuviera pasaporte y tuve me lo hará de Argelia. Estuve tres años intentándolo hasta que me dieron la visa de estudiante. Con 16 años empecé cuarto de ESO. Fue muy difícil la adaptación. Por mucho que hubiera sido aquí de pequeña, todo es muy diferente. Mi base era baja no, lo siguiente. Ni matemáticas, ni física, ni química. Para mí eran todo naturales. (Río). Después del inglés o el catalán.

Claro, una cosa es hablarlo y la otra, escribirlo

Exacto. Mi familia aquí me tranquilizaba y me decía que yo sabía hablar catalán y yo les decía que era muy diferente el catalán que hablaba en familia que el de los estudios y ellos me decían “qué va! No sufras! Que lo harás muy bien! “Y claro, yo no podré olvidar el primer dictado que me hizo mi profesor de catalán (río). El profesor Salvador seguro que se acordará de mí toda la vida. Yo no sabía ni lo que eran los acentos ni los apóstrofes ni nada! Tal cual lo decía, tal cual lo escribía yo. Aunque lo guardo ahora aquel dictado! (Río). Sin embargo, acabé la ESO. Mi familia de acogida confiaba en mí y les agradeceré toda la vida. Pero no es lo mismo en el instituto. La gente no confía en ti, te ven extranjera y que acabas de llegar y te empiezan a decir que tú no podrás hacer Bachillerato ni una carrera, que es muy difícil. Y te hacen sentir que no vales para esto. Pero yo soy muy terca y mi familia aquí aún más. No pasé por el aula de acogida. Tenía refuerzo cada tarde en casa. Y aprobé cuarto de ESO en la primera. Y hice Bachillerato científico en tres años.

No está mal Bachillerato científico por haber llegado sin diferenciar física ni química, no?

Sí! Yo tenía la idea de hacer medicina. Hice en tres años el Bachillerato porque no es sólo el tema académico, sino también la adaptación. Llegas aquí y hay todo de grupitos hechos, no conoces a nadie. Y además, con la barrera del idioma … Es durísimo a nivel personal. Se necesita mucho amor y mucho cariño. Yo lo tuve. Además que añoro. Sobre todo de la madre, los hermanos, que yo tengo muchos y estaba acostumbrada a estar siempre con ellos, de mis amigas … Yo estaba en Argelia estudiante y estaba todo el día con ellas conviviendo. Pero poco a poco fui haciendo. Intenté no agobiarse, por eso hice el Bachillerato en tres años para coger base y poder hacer la selectividad. Conforme iba avanzando, cambiaba de idea; quise hacer biomedicina, después, enfermería y por dos décimas no entré. Me supo muy mal, pero entré en un ciclo formativo de laboratorio y ahora agradezco mucho no haber entrado en la universidad. Me gustó muchísimo y estuve trabajando.

A partir de los 18 años pedí el estatuto de apátrida. De este modo, podía tener un NIE para estudiar, trabajar o viajar. A partir de aquí, ya no iba a veranos hacia los campamentos y pude encontrar trabajo, que es lo que yo quiero. Y este año, me ha pasado algo que me ha cambiado la vida. En el laboratorio donde estaba, me ofrecieron pedir una beca para poder continuar. Durante la tramitación, yo no quería dejar de trabajar para poder enviar dinero a mi familia. Primero, estuve de camarera y después, una amiga que trabaja con MENA me ofreció trabajar de mediadora porque necesitaban gente que hablara árabe. Yo no me había formado en este ámbito, pero mi amiga me insistió tanto que lo probé. Ahora estoy en San Juan de Dios en Almacelles y me encanta. Trabajo con chicos marroquíes. Al fin y al cabo, han pasado por lo mismo que nosotros; han tenido que irse de su casa por culpa de su gobierno. Esto me enriquece mucho a nivel personal para ayudarles. Me siento muy bien y he dicho que no al trabajo del laboratorio porque quiero estudiar mediación por internet y dedicarme a este ámbito más social. Los fines de semana a trabajar a San Juan de Dios y durante la semana haciendo una sustitución en el laboratorio. En las tardes, estudiaré.

Y algo más que puedas meter en tu apretado tiempo?

Dormir! (Ríe)

Algo que no he explicado y que también me ha marcado es la muerte de mi madre de acogida, la Leo Pedrico. Gracias a ella estoy aquí. (Se detiene para secarse una lágrima)

Recuerdo que llevaba marcapasos y no podía hacer muchos esfuerzos. Cuando empecé a leer, mi primer libro aquí fue ‘Crónica de una muerte anunciada’ de Gabriel García Márquez, lo leí con ella. Después de cenar, que estaba muy cansada, leíamos juntas. Cuando se murió, yo estaba haciendo primero de Bachillerato. Fue muy duro. Fui a vivir con mi tía de acogida. Tengo dos madres de acogida.

Debe de ser muy raro sufrir el duelo de una madre de acogida

Y tanto. Yo lo diré siempre. Tengo dos madres. La Leo no me parió, pero casi.

Como asume la identidad apátrida una persona que reclama el reconocimiento internacional para su pueblo, el saharaui?

Yo no asumo que soy apátrida. El otro día, comenzó a trabajar en San Juan de Dios una chica que tenía un tatuaje que ponía “apátrida”. Yo soy saharaui. He nacido saharaui, lo sigo siendo y lo seré toda la vida hasta que me muera. Yo los documentos no pongo apátrida, pongo saharaui. Administrativamente ser apátrida es lo que me permite estar aquí y trabajar. Nada más. A esta chica le dije lo que significa para mí ser apátrida: es ser nada. No te reconocen. Yo tengo a la documentación “apátrida”, pero soy saharaui.

Y como piensas ayudar a chicos marroquíes?

Son adolescentes y me lo tomo como si fueran mis hermanos pequeños. Son personas que lo han pasado igual o peor que nosotros. Se han tenido que jugar la vida por venir hasta aquí. Nosotros, los campamentos, sí tenemos una mierda de vida, pero no nos la hemos jugado por venir. La mayoría de estos chicos se han ido de casa sin decirles nada a sus padres para no hacerles sufrir. Es muy duro. En los libros de la escuela, les han explicado que el Sahara pertenece a Marruecos. Y cuando me preguntan si soy marroquí, les intento explicar. Como son adolescentes, siempre te intentan fastidiar y yo los trato desde el amor, tratándolos como a mis hermanos. Les planteo porque están ellos aquí. Es por culpa de su gobierno, en eso estamos igual.

¿Cómo es la vida a caballo entre los campamentos de refugiados y los veranos en Lleida?

Los niños somos muy felices en los campamentos; somos libres. Jugando en la arena, marchando sin pedir permiso, sin volver a casa hasta que no te llama la madre, sin móviles … todo el día en la calle. Mirándolo desde otro punto de vista, podemos estar enfermos sin saberlo, no hay una buena educación, las condiciones de higiene y de alimentación no son buenas. Y al mismo tiempo, la infancia es feliz. Es cierto que vivos en la ignorancia, al margen de todo. Lo que comparo mucho es que aquí las familias separan los bebés para dormir. Pero si yo incluso de gran dormía con la madre! La unión de la familia es sagrada. Los padres nunca se quedarán solos. Y aquí es diferente. Los valores son diferentes.

Cuando oíste hablar de Lleida por primera vez?

Cuando llegué aquí. Yo no sabía dónde iba. Tenía 6 años. Llegas desubicada, muy pequeña. Y tienes un papelito con el número de los hermanos. Recuerdo perfectamente el teléfono fijo de casa llamando a mi hermano que estaba en Andalucía. Cuando le dije que estaba en Cataluña. Mi familia respiró tranquila al comprobar que sabía dónde estaba.

Qué recuerdos tienes de aquella primera estancia?

Subir en el ascensor. Nunca había visto! También la lluvia. En los campamentos es muy escasa y cuando llueve, hace muy mal. Aquí puedes disfrutar. Si llueve y me engancha en plena calle yo no me refugio, me mojo y punto. Y recuerdo el primer día que vi llover aquí, estábamos en el piso, que es un noveno. Ya me resultaba muy extraño un piso tan alto, porque estoy acostumbrada a las casas de los campamentos que son bajas. Y desde el balcón, sacaba la mano para tocar las gotas que caían. Me emocionaba. Todo era extraño para mí. La comida, las piscinas, el mar! Todo era diferente.

Y ahora todavía te sientes extraña?

No. Me siento bastante integrada. Pero siempre me faltará algo.

¿Qué crees que has aprendido aquí?

Sobre todo los valores de defensa de los derechos humanos y del feminismo. Y esto es gracias a la Leo, mi madre de acogida. Las mujeres en el Sahara tienen un papel muy importante y bastante poder. Pero sé que todavía queda mucho por hacer en la lucha por los derechos de las mujeres. Y estar aquí me ha ayudado a avanzar en esta perspectiva.

Cómo se vive el feminismo desde tu situación?

Me considero feminista. Por mucho que digan que los árabes son más machistas que los españoles, en el Sáhara Occidental nunca hemos oído que un hombre mate a una mujer o que la maltrate o la insulte. Nunca. Mi lucha feminista en este sentido. Hay gente que todavía me dice que cómo es que mis padres me han dejado venir siendo una chica. Esto no me lo preguntaron nunca a los campamentos.

Lo que no llevo nada bien es no poder caminar tranquila por la calle. No quiero ni un piropo ni nada, que me dejen tranquila. Si pasa por mi lado un chico guapo, puedo pensar que es muy guapo, pero no le intimida. Estoy tan harta, que ahora contesto. Mi hermana pequeña, que está estudiando aquí, me dice que no vendrá nunca más conmigo por miedo cuando planto cara.

Si fueras una superheroína, qué superpoder te pedirías?

Cambiar las personas. Que todos seamos más humanos, que no seamos tan egoístas. Vivimos en un mundo en el que nos engañan. Yo me incluyo. Si tenemos una casa con aire acondicionado, un coche y un móvil en la mano, nos olvidamos que hay personas que lo están pasando fatal. Hay que pensar más en los demás, no dejarnos llevar por este sistema.cont

Como crees que habría que resolverlo?

Que se prioricen las personas por delante de la economía. Es lo que hablamos a veces con los chicos del centro. Cuando critican su gobierno como culpable de su situación, les digo que la solución de todo pasaría porque el pueblo marroquí se rebela contra la monarquía. Entonces habría un cambio y en un contexto diferente se podría hablar de los saharauis. Pero ahora, prefieren explotar los recursos naturales y los otros países tienen demasiado intereses en Marruecos, como lugar estratégico en el Mediterráneo. Ahora mismo, lo tenemos muy complicado. Ahora, mucha gente de los campamentos dice que no es bueno que nos vamos a otros lugares, porque allí se quedarán sin nadie. Pero yo creo que no pasará. Yo no me olvido de mi identidad y sueño con que habrá un día en que podremos volver a nuestra tierra.

En que eres especialista en la vida?

Soy valiente, muy exigente y luchadora.

Consigues lo que te propones
Sí, por el momento sí. Me han ayudado mucho y he tenido mucha suerte.

También lo has luchado. ¿Cuál es ahora el reto?

Tener mi familia aquí. (Se emociona). Quiero tener un trabajo estable y poder estar con mis. Ojalá encontrara un trabajo que combinara la labor social con la medicina.

Has estado alguna vez en el Sahara Occidental?

Nunca. Y no puedo ir porque para entrar debería decir que soy marroquí. No quiero ir ni de turista. Lo relaciono con violencia. Hace unas semanas mataron a una chica. La gente no puede vivir tranquila.

Te consideras una activista?

No. Yo priorizo ​​ayudar a mi familia. Antes hacía muchas mas charlas, pero ahora no tengo mucha disponibilidad.

Si algún día se hace un referéndum y el Sahara Occidental consigue ser un estado independiente y reconocido internacionalmente, irás a vivir?

Y tanto. Sin lugar a dudas. Es nuestro objetivo. Continuaré siendo una leridana saharaui, pero allí. Yo confío, pero desde un punto de vista realista, me cuesta mucho ver.

Como te despides?

Que la paz esté contigo. Es nuestra manera de saludar y despedirnos. Pero también quisiera terminar diciendo que podemos cambiar el mundo.

Fuente : Lleida.com, 1 ago 2019

Tags : Sahara Occidental, Frente Polisario, refugiados saharauis, vacaciones en paz, niños saharauis,

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