Marruecos sigue manipulando a los servicios de seguridad españoles con la amenaza terrorista. Recientemente, la Cámara Europea de Derechos Humanos condenó la decisión española de extraditar al ciudadano belgo-marroquí Ali Aarrass sabiendo que corre el riesgo de ser torturado. España lo entregó a Marruecos a pesar de que el juez Garzón había declarado su inocencia.
Rabat mantiene a su vecino del norte en estado de alerta agitando constantemente el espantajo de la amenaza terrorista con el objetivo de que los españoles crean que sin la ayuda de los servicios de seguridad marroquíes, España es incapaz de defenderse de los integristas islámicos. Rabat llegó incluso a crear organizaciones imaginarias para la “reconquista” el Andalus (Andalucía). Todo ello, aprovechando a fondo el pánico creado por el crimen del 11-M del que muchos sectores españoles acusan a Marruecos. Decenas de anuncios de células islamistas fueron publicados, pero cuya historia no va más allá del anuncio. Nunca se oyó hablar de su juicio ni de los detalles de su historia. De esta manera, Marruecos pretende asegurar la alianza de Madrid en la cuestión del Sáhara Occidental y al mismo tiempo intenta conservar el antiguo título de aliado privilegiado de Estados Unidos y de la Unión Europea en materia de lucha antiterrorista. Sobre todo, en un deseo de competir con el liderazgo de Argelia, país que está conquistando la simpatía de Francia y Estados Unidos.
Si la lucha contra el terrorismo es un secreto oficial bien guardado, la actualidad y los análisis de los observadores permiten hacerle un primer balance. Históricamente, se sabe que el Majzén “es muy dotado para controlar todo lo que pasa en el país e incluso en las casas”, explica Hamid Ajama, profesor en la Universidad Cadi Ayad de Marrakech. Recurrir a chivatos e infiltrados es una vieja práctica y Marruecos no es un principiante en la materia.
La tecnología informática también es utilizada. El director de la Red de Defensa de las Libertades Hisham Almiraat cuenta la desventura del grupo de cibermilitantes Mamfakinch, víctimas de un programa espía “que muestra la amplitud de los medios desplegados para vigilar a la web. El programa detectado en los ordenadores es vendido a 2,5 millones de dólares. Además, el sitio reflets.info reveló que Marruecos había adquirido diveros programas de ese tipo.
Para los disidentes, la paranoia es palpable. Ninguno de los sistemas de comunicación en voga está a salvo de las “grandes orejas del Majzén”, de los más conocidos (Skype) a los más populares (Google Talk). Para ellos, los marroquíes están bajo vigilancia y la lucha contra el terrorismo sirve de pretexto en el clima de miedo entretenido por la prensa más o menos oficial. Las visitas en la web son vigiladas tal y como hace la National Security Agency (NSA) americana de cuyos métodos se inspira en Marruecos.
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