Los fosfatos son materias primas estratégicas y vitales a la vez y constituyen un componente esencial de la seguridad alimentaria mundial.
Esta materia es más importante que el petróleo, en el sentido de que “podemos pasarnos de los coches, pero no de la comida”.
En 2011, la producción marroquí de fosfatos fue de 28 millones de toneladas, colocando a Marruecos y el Sáhara Occidental (Fosbucraa) en el 3er rango a escala mundial. En esta producción, Marruecos exporta 20 millones de toneladas, lo que le hace el primer exportador mundial de fosfatos.
Estos dos países cubren las necesidades mundiales durante 600 o 700 años. No es de extrañar que el reino alauita se aferre tanto al territorio saharaui. Está claro que no es por amor a sus habitantes.
La explotación de los yacimientos de Fosbucraa cuya producción llega hasta 45% de la producción marroquí es contestada por varios países que califican esta explotación como saqueo de los recursos naturales del Sahara Occidental. Algunas ONG llamaron incluso a boicotear los fosfatos que vienen de Marruecos, sobre todo en Noruega, Estados Unidos de América, Nueva Zelanda, Francia, Italia y España.
Marruecos utiliza la diplomacia de los fosfatos, es decir, ofrece fosfatos a varios países en el Caribe y el Pacífico, a cambio de un apoyo en la cuestión del Sahara Occidental, o en las candidaturas de Marruecos para las instancias internacionales (ONU CDH, OIEA, UNESCO, etc …)
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