Periodistas norteamericanos, británicos y franceses, a sueldo del servicio de inteligencia marroquí

El servicio de inteligencia exterior marroquí, la Dirección General de Estudios y Documentación (DGED), que dirige Yassine Mansouri, ha tenido en nómina a periodistas norteamericanos, británicos y franceses, a los que pagaba por vincular al Frente Polisario con el terrorismo yihadista.
El encargado de reclutar a los periodistas y hacer los pagos era Ahmed Charai, director del semanario L’Observateur du Maroc, en el que precisamente se publicó que José María Aznar era el padre de la hija de la exministra francesa Rachida Dati. Por esta falsa noticia, la Audiencia Provincial de Madrid condenó al director del semanario a abonar a Aznar 90.000 euros por “daños morales”.
Estas revelaciones, contenidas en documentos secretos marroquíes, han sido hechas por el hacker que firma como “Chris Coleman” y recopiladas en su blog “Desde El Atlántico” por el Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Santiago de Compostela Carlos Ruiz Miguel, bajo el titulo “Wikileaks del majzen: graves secretos del régimen marroquí al descubierto”.
Los periodistas Richard Miniter y Joseph Braude trataban de transmitir falsamente a la opinión pública norteamericana que los saharauis (el Frente Polisario) tenían conexión con el “terrorismo yihadista”. También se menciona la publicación The National Interest editada por el “Center for the National Interest”, según la síntesis hecha por el periodista peruano Ricardo Sánchez Serra, especialista en temas saharauis y árabes. (Sánchez Sierra recibió a primeros de 2014 la solidaridad de la “Fundación ÉTICA Periodística” de Perú, que denunció a la embajada marroquí en Lima por difundir un correo para desprestigiar el trabajo de este periodista, así como haber presionado a directores de medios de comunicación para que no publicaran informaciones o entrevistas con diplomáticos saharauis).
Miniter atacaba siempre a Argelia y los saharauis, y elogiaba a Marruecos. En un documento se indica que recibió 60.000 dólares –además de lujosos viajes a Marruecos- y escribía en el The New York Times. Braude hacía lo mismo, además de informar a Rabat de cómo neutralizar a los periodistas pro saharauis, en un documento se indica que su medio The National Interest recibió 25.000 dólares.
En otros archivos se apunta que Charai –que fue detenido y sentenciado en Estados Unidos por ingresar con mucho dinero sin declarar- dio 15.000 dólares al Washington Times (15 de julio de 2008), 25.000 dólares a Foreign Policy Research Institute, (16 de setiembre de 2008), 10.000 dólares a “Search for Common Ground”, fechado el (29 de septiembre de 2011). Además, Ben Evansky (Fox News) y Bender (Boston Globe).
En Gran Bretaña, Charai dio, asimismo, 49.500 libras esterlinas a “The Financial Times” (27 de octubre de 2011). En Francia al profesor Henri Louis Védie y al periodista Vincent Hervoue de televisión “LC1″. Pagaba 6.000 euros por artículo, y dio a otro un anticipo de 38.000 euros “porque tenía que mudarse”. Mireille Duteil y Dominique Lagarde, son mencionados. Del mismo modo, pagaba a varias entidades que publican artículos e “informes” contra los saharauis.
El servicio de inteligencia marroquí montó , para desinformar a la opinión pública, dos agencias de noticias en África: Argelia Times y “Agence de Presse Africaine”, cuyo miembro del directorio es el mauritano Abdallahi Uld Mohamedi, presidente a la vez de Sahara Medias, que apoya al terrorismo yihadista.
En todos los casos elogiaban a Marruecos y atacaban a Argelia y al legítimo representante del pueblo saharaui reconocido por las Naciones Unidas, el Frente Polisario.
Yassine Mansouri (1962) es el jefe del espionaje exterior marroquí, la Dirección General de Estudios y Documentación (DGED), desde 2005. Cercano a Mohamed VI, con el que estudió en el colegio real, se formó sobre temas de seguridad en EEUU; fue director de la agencia de prensa oficial MAP y estuvo en el Ministerio de Interior en dos ocasiones.
En el diario El Mundo Ignacio Cembrero ha recogido, también, telegramas difundidos por el tuitero Chris Coleman que “revelan que Marruecos y la ONU, respaldada por EEUU, viven una especie de bronca permanente a causa de la antigua colonia española”, como las amonestaciones que el embajador de Marruecos ante Naciones Unidas, Omar Hilale, hizo a Hervé Ladsous, secretario general adjunto para las operaciones de mantenimiento de paz, en Nueva York, el 26 de abril:
La secretaría general de la ONU “deberá asumir la responsabilidad en caso de desplome del proceso político y la marcha de la MINURSO [contingente de cascos azules] del Sahara”, advirtió Omar Hilale. Esto podría desembocar en una “explosión bélica”, le respondió consternado Ladsous. El embajador asintió y añadió: “Será exclusivamente de la responsabilidad de la secretaría que (…) hace todo para avivar la tensión y desestabilizar la región lo que será sin duda aprovechado por la nebulosa terrorista de Al Qaeda” que tan asentada está en el Sahel.
Cembrero escribe que “aunque la prensa de Casablanca apenas ha escrito sobre las filtraciones, en las altas esferas del país se vive en un clima de crisis ante lo que consideran una operación de gran envergadura para torpedear su estrategia tendente a afianzar la ‘marroquinidad’ del Sáhara Occidental del que España se retiró hace 39 años. Los servicios secretos marroquíes han abierto una investigación sobre la filtración que, sospechan, tiene su origen en Argelia”.
Ignacio Cembrero completa así su información:
A la tensa relación de Rabat con Naciones Unidas y, en menor medida, con Washington, se añade al conflicto que desencadenó con París a finales de febrero y que aún persiste. “Con sus dos vecinos africanos, Argel y Nuakchot, las autoridades marroquíes mantienen también malas relaciones crónicas. Por último se acaban de enfadar con El Cairo porque tuvo, el pasado fin de semana, un gesto hacia el Frente Polisario. En su entorno político Marruecos solo tiene trato cordial con un país: España”.
“Marruecos expresa su profunda decepción, su autentico enfado y su total incomprensión ante el contenido sesgado y tendencioso del informe” del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, sobre el Sáhara. Con esta contundencia se expresó, por ejemplo, el 18 de junio una delegación de alto nivel marroquí en Nueva York. El informe fue enmendado antes de ser sometido al Consejo de Seguridad.
La gresca tiene consecuencias prácticas. La canadiense Kim Bolduc, la nueva jefa de la MINURSO (contingente de la ONU en el Sáhara) nombrada por Ban Ki-moon en mayo, no ha podido tomar posesión de su cargo. Rabat la veta porque sospecha que tratará “de inmiscuirse en cuestiones de derechos humanos que no son de su incumbencia”.
“EEUU lidera el proceso político para encontrar una solución” al conflicto del Sáhara, le recordó, el 28 de agosto, David Dunn, el embajador norteamericano ante la ONU, a su homólogo marroquí. A continuación le expresó su “preocupación” por el veto marroquí a que Bolduc viaje a Sáhara. Washington hizo al menos otras dos gestiones parecidas, pero Rabat no cedió.
A principios de ese mismo mes la embajadora adjunta, Rosemary Dicarlo, ya había recordado a los marroquíes no solo el caso de Bolduc sino que había que legalizar “a más ONG originarias del Sáhara”, es decir a las que son afines al independentismo, y “poner fin a los juicios de civiles [saharauis] por tribunales militares”. “Los avances son muy lentos”, se lamentó. Todo esto había sido, sin embargo, acordado durante la visita del rey Mohamed VI a Washington en noviembre de 2013.
Si a Bolduc hay que impedirle ejercer su cargo, al diplomático estadounidense Christopher Ross hay que descabalgarle de su puesto de enviado personal de Ban Ki-moon para el Sáhara. Desde finales de la primavera ha solicitado hacer una gira por el Magreb, pero Rabat no tiene prisa por recibirle.
Contra Ross
“Ross ha demostrado su pronunciada hostilidad hacia Marruecos”, resalta el informe marroquí que marca la línea a seguir sobre el Sáhara hasta abril de 2015. “Sin enfrentarse abiertamente a él se trata de desacreditarle”, aconseja. “Sin convertirle en una víctima hay que forzarle a renunciar a su misión (…)” mediante la aplicación de una retahíla de medidas.
Consisten, por ejemplo, en “reducir al máximo sus viajes a Marruecos” y, si se producen, “que sea recibido a un nivel intermedio”. También habría que propagar en “círculos oficiosos (periodistas, universitarios, parlamentarios etcétera) un mensaje escéptico” sobre Ross: “¿Es él el hombre de la situación?”. El embajador Hilale le describe como un alcohólico torpe que tiene dificultades para ponerse la chaqueta.
Para sustituirle Rabat tiene ya un candidato, Athar Khan, actual jefe de gabinete de Antonio Guterres, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados. “Está interesado y motivado”, escribe a su ministro el embajador Hilali el 31 de agosto. Además Athar Khan ha hecho innumerables favores a Marruecos como, por ejemplo, arreglárselas para que durante su visita a Ginebra en 2013 Ross fuese recibido por funcionarios de bajo nivel en el Alto Comisionado.
En esa tarea de desprestigiar a Ross, la diplomacia marroquí contó con la ayuda del ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo. “Sería bueno que avanzase en el dosier más rápido y se centrase en los temas centrales de ese dosier en vez de perderse en temas accesorios”, declaró sobre Ross el ministro español en Rabat, en junio de 2012, justo después de que las autoridades de Marruecos iniciasen su primera campaña contra él.
Visited 1 times, 1 visit(s) today

Soyez le premier à commenter

Laisser un commentaire

Votre adresse de messagerie ne sera pas publiée.


*