Fuente de tensiones y de problemas, la cuestión del Sáhara Occidental no es objeto de debate en la sociedad marroquí. Para las autoridades, este territorio de aproximadamente 266.000 km2 es parte integrante del territorio nacional, de ahí su ocupación y la represión permanente y violenta de los partidarios de la independencia.
El Sáhara Occidental es considerado por las Naciones Unidas como un “territorio no autónomo”. Tras la muerte de Franco, España decidió despojarse de sus responsabilidades históricas y cedió el territorio a sus dos vecinos. En lugar de aplicar el derecho a la autodeterminación de los saharauis, concluye un acuerdo tripartito con Marruecos y Mauritania en el que se divide el territorio y se entrega a estos dos países. Cuando el colonizador se fue en 1976, el Sáhara Occidental cayó en un conflicto armado entre el movimiento de liberación del Sáhara Occidental, el Frente Polisario, y Marruecos.
En 1991, la resistencia saharaui depuso las armas, tras la promesa de las Naciones Unidas de celebrar un referéndum. Después del alto el fuego, enseguida comenzaron las trabas impuestas por las autoridades marroquíes. Hasta la fecha, se niegan a reconocer que un referéndum incluya la opción de la independencia del Sáhara Occidental.
Sin embargo, la ONU está sobre el terreno y se suponía que iba a celebrar ese referéndum ya que es la función que le fue asignada a la misión de las Naciones Unidas, la MINURSO. Mantenerla en el terreno cuesta 60 millones de dólares al año.
Desde 1991, la MINURSO ha venido supervisando las actividades de las partes beligerantes y la preparación del referéndum sobre el estatuto definitivo de la zona. Su mandato no incluye la protección de los derechos humanos. En lugar de celebrar el referéndum en 1992, pero no hace más que supervisar el alto el fuego a lo largo del muro militar marroquí construido en los años 1980.
Marruecos ocupa alrededor del 80% del territorio, mientras que el Frente Polisario controla el 20%. Para evitar sus incursiones, Marruecos ha construido unmuro militar de 2.720 km de longitud eque atraviesa el territorio saharaui de norte a sur y está vigilado por 160.000 soldados marroquíes armados hasta los dientes. Los saharauis lo llaman el « muro de la vergüenza ». Es el muro de defensa más largo del mundo y divide un territorio y a su pueblo. Millones de minas antipersonales lo protegen además de radares de alta precisión.
Existe una gran similitud entre este muro y el que rodea a Cisjordania que, cabe recordar, ha sido condenado por la Corte Internacional de Justicia. Al igual que el Estado de Israel, Marruecos anima financieramente a los marroquíes a trasladarse a los “territorios ocupados”. Actualmente, hay al menos tres marroquíes por cada saharaui.
Los derechos humanos violados a diario
Marruecos hace caso omiso de la Cuarta Convención de Ginebra relativa al respeto de los derechos de la población de los territorios que se encuentran bajo ocupación.
Desde la ocupación marroquí en 1976, muchos saharauis han huido de la feroz represión del ejército marroquí, pero 38 años después. Muchos más nacieron en los campamentos de refugiados sin haber visto nunca su país. Cada familia saharaui ha conocido la separación, y el descubrimiento de fosas comunes con cuerpos de desaparecidos saharauis atestiguan su trágico destino.
Muchos son los informes -como el informe Tannock del Parlamento Europeo de 2013- ponen de relieve las graves violaciones en los territorios ocupados por Marruecos y la inaceptable situación humanitaria en los campos de refugiados. En los territorios ocupados prevalece la tortura, el encarcelamiento sin un juicio justo por la expresión de una opinión política y las desapariciones forzadas. La represión violenta de las manifestaciones pacíficas es casi diaria. Ni siquiera hace falta ser activista de derechos humanos para ser agredido por las fuerzas de represión marroquíes, el hecho de ser saharaui es a menudo suficiente.
Un territorio rico en recursos naturales
Marruecos basa su reivindicación territorial en los pretendidos lazos de lealtad entre las tribus saharauis y los sultanes marroquíes, reivindicaciones no reconocidas por la CIJ en su opinión de 1975. En la realidad, Rabat busca controlar los recursos naturales :fosfato, pesca, uranio, petróleo… Según una resolución de la Asamblea General de la ONU de 2008, el pueblo saharaui es el único propietario de sus recursos naturales. La explotación de estas riquezas por parte de Marruecos es un robo, según la legalidad internacional.
Europa participa en el saqueo de las riquezas saharauis
La UE y Marruecos están vinculados por un Acuerdo de Asociación, cuyo artículo 2 estipula que los derechos humanos “constituyen un elemento esencial”. Pero la ocupación militar marroquí pone de relieve una vez más la brecha entre la declaración de principios y la acción de la UE. Desde 2013, la UE también contribuye, mediante dos acuerdos, el agrícola y el de pesca, firmados con el gobierno marroquí, en este robo al permitir que sus barcos pesquen en las aguas territoriales del Sáhara Occidental. Este acuerdo no distingue entre las aguas adyacentes al Sáhara Occidental y las aguas adyacentes al territorio de Marruecos. Además, en virtud de los propios términos del acuerdo, los beneficios deberían ir a parar al pueblo del Sáhara Occidental. Hasta hoy, la UE no ha podido verificar este punto. España y Francia velan por la perennidad de esta absurda situación.
Todos los países europeos que se callan ante esta anomalía son cómplices. Pero los países clave para encontrar una solución son España, responsable de la descolonización; Francia, que bloquea cualquier resolución que se oponga a los intereses de Marruecos en el Consejo de Seguridad; Estados Unidos, que no se aplica lo sufieciente para imponer una solución al conflicto y la UE que concluye acuerdos económicos con Marruecos sin respetar los derechos del pueblo saharaui, lo cual anima a Marruecos a seguir ocupando un territorio que no le pertenece.
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