Medios oficiales acaban de desmentir que Marruecos vaya a recibir al Primer Ministro Benjamin Netanyahu, lo cual indica que no era más que una bola lanzada por las esferas oficiales marroquíes como sondeo con el tema del Sáhara Occidental como fondo.
Para comprender la historia del ajetreo marroquí conviene, primero, saber quién es el personaje que el presidente americano Donald Trump acaba de designar como emisario de Estados Unidos para Venezuela.
Se llama Elliot Abrams y ocupó varios puestos importantes en la administración de Ronald Reagan y George Bush, Junior. Según ciertas fuentes, fue el artefacto de la invasión de Irak. Pero lo que más nos interesa es la información aportada por esta nota confidencial diplomática revelada por el hacker Chris Coleman et en la que se indica claramente que Marruecos “trabajó muy estrechamente” con Abrams “bajo la administración Bush, cuando estaba a cargo de la región MENA en la Casa Blanca”. “Durante estos 8 años, ha sido nuestro mejor aliado en todos los aspectos y particularmente para el Sáhara. Podemos decir que ha hecho la política de Estados Unidos, muy pro-marroquí, con respecto al Sáhara”, dice la nota.
Según otra fuente, Abrams está detrás de la expresión « propuesta seria y creíble” en alusión a la proposición marroquí basada en la autonomía para la antigua colonia española.
A esto se añade que el diplomático americano estuvo la semana pasada en Marruecos en el seno de una delegación de organizaciones judías que Rabat invitó en el marco de une amplia ofensiva llevada a cabo y que tiene como objetivo el lobby judío estadounidense.
Por lo tanto, la agitación marroquí en el tema de Venezuela no es más que una auto-invitación en el conflicto venezolano para recordar a Abrams que Marruecos cuenta con su apoyo para recordar al patrón de la Casa Blanca que Rabat puede ser un aliado contra Venezuela.
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