Según Aristóteles, “a un tirano también le interesa mantener pobre a su pueblo, para que no pueda protegerse con armas, y que esté tan ocupado con sus tareas diarias que no tenga tiempo para la rebelión”.
Con el paso del tiempo, este dicho se convirtió en « déjà a tu perro con hambre y te seguirá obedeciendo, engórdalo y te comera ». Une consigna que fue plenamente asumida por el Rey Hasán II como contrato social : el pan a cambio de la libertad, las subvenciones a cambio de la lealtad, la renta a cambio de la impunidad.
Dejando al pueblo con hambre, se le domina y se le impide que piense en otra cosa más que en matar al hambre. Así es como el periodista, a la hora de redactar su artóculo, adopta la autocensura para no perder el único recurso que tiene para alimentar a su familia.
Es con este fín que la familia real de Marruecos se apoderó de todas las fuentes de riqueza nacionales para imponer una política económica basada en la corrupción, soborno, escándalos y juicios a repetición para domar a los espíritus rebeldes e imponer un estado de servidumbre y sumisión.
El Majzén sabe bien como tocar esta cuerda sensible y sacarle el máximo rendimiento. Sobre todo en los territorios ocupados del Sáhara Occidental donde las puertas del empleo se cierran ante los candidatos saharauis para someterlos al régimen de perfusión de las « cartillas* » de 200 euros que constituyen el mejor arma para punir a todo aquél que se le ocurra protestar contra la ocupación, la violación de los derechos humanos y el pillage de los recursos naturales.
*”Cartilla” era el término utilizado por la administración colonial española para designar la tarjeta que se daba a algunos saharauis para poder beneficiarse de ayudas en productos alimenticios.
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