Mohamed VI, dos décadas de expectativas frustradas

El rey de Marruecos cumple 20 años en el trono sin haber hecho las reformas que se esperaban

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RICARD G. SAMARANCH

Los meses posteriores a la subida de Mohamed VI al trono de Marruecos, el 30 de julio de 1999, generaron grandes expectativas entre la sociedad marroquí. El flamante rey, de 35 años y educado en el extranjero, quiso romper con los oscuros años de represión de su padre, Hassan II, y una de sus primeras medidas fue el relevo del odiado Driss Basri, ministro de del Interior desde 1979. Unos años después anunciaría una reforma del Código de Familia que otorgaba nuevos derechos a la mujer marroquí, y entre la oposición ya se hablaba sin temor de una reforma que convierte al país en una monarquía constitucional.

Sin embargo, después de un inicio prometedor, el proceso de reformas políticas y sociales se frenó en seco. Dos décadas después de la entronización de Mohamed VI, el Majzén, como se conoce al grupo de consejeros y potentados que forman el entorno real, continúa controlando el país, y cualquier amenaza seria a su gobierno es reprimida sin contemplaciones, como sucedió hace un par de años con la revuelta del Rif. A pesar de la naturaleza pacífica del llamado Hirak, sus principales líderes cumplen largas condenas de prisión. Tampoco este año el monarca les ha incluido entre los presos que se benefician de la gracia real en la señalada fecha del 30 de julio.

“Edificar un Marruecos moderno”

Mohamed VI dirigió ayer un mensaje a la nación en la que hizo un balance bastante positivo de su reinado. “Hemos conseguido gracias a Dios continuar el proceso de edificación de un Marruecos moderno superando las dificultades que se han interpuesto en nuestro camino”, proclamó en el discurso del trono de este año. Entre sus logros señaló la construcción de nuevas infraestructuras, pero también “importantes avances a través del afianzamiento de los derechos y las libertades de un sano ejercicio democrático”. Mientras su gestión de la economía es discutible, las carencias en el ámbito político son evidentes.

La convulsa primavera del 2011 en Marruecos experimentó también su movimiento popular de protesta, si bien de menor intensidad que en otros países de la región como Túnez o Egipto. El astuto Majzén logró apaciguar los ánimos con una mezcla de promesas de apertura y represión. La reforma de la Constitución fue sobre todo cosmética y el dossier del Sahara Occidental continúa completamente estancado.

“El monarca puede disolver la legislatura, gobernar por decreto, y cesar o nombrar miembros del gobierno”, sostiene la Fundación Freedom House, que define Marruecos como un país “parcialmente libre”. Y es que se celebran elecciones y, al menos de manera formal, el país tiene instituciones y procedimientos propios de una democracia. Es este híbrido político lo que ha permitido el régimen sobrevivir a los vientos de cambio en el mundo árabe.

Los defensores del monarca esgrimen el desarrollo de algunos sectores económicos clave, como la producción de energía solar, para ensalzar su reinado. Sin embargo, algunas cifras macroeconómicas y las flamantes nuevas infraestructuras, como el puerto de Tánger, no pueden ocultar la persistencia de las desigualdades, la pobreza rural y un bajo nivel educativo. Una prueba del descontento: un 40% de los jóvenes dicen querer emigrar al extranjero, una de las cifras más altas del mundo árabe.

Fuente: ara.cat

Tags : Marruecos, Mohamed VI, Lalla Salma, 20 años, monarquía alauita,

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